Yo quiero ser un Juan Sin Miedo racional. Que sea por la razón por la cual nada me parezca temible. Porque tener miedo de cualquier cosa o circunstancia no es más que dejarse dominar por la imaginación y suspender la razón. Pero que la imaginación siga ahí llenando de presencias los vacíos y de murmullos los silencios.
La razón, que [¿casi?] nadie posee en su plenitud, es un arma imbatible, es un escudo inexpugnable y es una herramienta de infinitos usos para explorar e investigar en cualquier medio. Y es la única herramienta de validación del misterio.
El misterio es el lugar donde la razón no tiene base sobre la que sustentar sus elucubraciones. Hay quien dice que no existe, que todo misterio es desconocimiento. Y aquí volvemos de nuevo a la percepción de la realidad de Juan Sin Miedo. Si la realidad es simplemente lo material, lo que podemos razonar, si todo tiene causa y efecto, ¿no nos queda al final la misma sensación de Juan Sin Miedo? ¿todo es lo que es y nada más?
Quiero creer en los misterios, pero quiero investigarlos racionalmente hasta alcanzar ese borde y consignar que efectivamente ahí se acaba el mundo de la razón. Pero mi razón no es tan fuerte, y por las noches, cuando bajo al garaje oscuro en busca del coche, experimento ridículos escalofríos.