viernes, 28 de octubre de 2011

Mi gran oportunidad


La señorita Verónica me envía desde Burkina Faso un correo muy sugerente solicitándome mi colaboración. Me dice, la muchacha, que imagino hermosa e inteligente, a la par que tierna y sensual, que no me ha elegido al azar, que se ha demorado mucho en seleccionarme y que espera que no la decepcione. Me promete pingues beneficios, no solo materiales, del negocio que pasa a exponerme a continuación.
Cuenta, esta mujer, que trabaja en un banco en aquel país. Indica, naturalmente, el nombre del banco, un nombre con muchas oes y ues revueltas con un montón de consonantes, que resulta completamente inadecuado para la pronunciación castellana. Y detalla que ha dado con una cuenta de un cliente extranjero que contiene una cantidad de dólares, suficiente como para tener que revisar los conceptos sobre representación decimal y contar posiciones de los dígitos para hacerse uno una idea de lo que aquello significa, desorbitada. Pues bien, ella  tiene constancia de que el cliente, y toda su familia, han muerto en un accidente de aviación.
Esta cuenta, sigue relatando Verónica, lleva inmovilizada varios años, y es ley en el lugar que cuando una cuenta lleva en ese estado un número de años, el banco tiene obligación de comunicarlo a la Reserva Federal del Estado, para que se haga cargo de sus fondos. Pero este es un país africano, y como todos sabemos, no hay excepciones a la regla, todo país africano está gobernado por corruptos. Por lo que no le cabe la menor duda, a mi juiciosa muchacha, de que el dinero nunca alcanzará ese destino, sino que quedará retenido por la caterva de ministros, secretarios y subsecretarios, descontada convenientemente la parte del león del presidente.
Ahora bien, ella es una mujer honesta, y su honestidad no le permite contribuir a esta degeneración del sistema. Sería su deseo, y en eso la admiro profundamente, que este dinero ayudara a solventar las auténticas necesidades del país, extremadamente pobre, en lo que a las capas populares se refiere, para lo cual necesita de una ayuda extranjera que, con intención puramente altruista, colabore con ella en realizar los trámites necesarios.
No me propone, desde luego, que le envíe mi número de cuenta corriente para hacerme una transferencia de ese dinero, como suelen solicitar en esos mensajes en los que tratan de timarte utilizando subterfugios parecidos, acudiendo a motivar la avaricia que se le supone a todo occidental. No, antes me sugiere que nos pongamos en contacto para conocernos y, sobre todo, confirmar ella que no se ha equivocado en la elección de la persona adecuada para realizar esta abnegada labor de redistribución de la riqueza. No quiere, naturalmente, que piense que solicita mi ayuda de forma completamente altruista, sabe que eso no sería justo viniendo de una persona desconocida, y me propone que me quede con una pequeña parte del montante,  por los riesgos que voy a correr si me presto a ayudarla en este asunto, dado que, en cierto modo, estamos violando la ley, si bien es cierto que lo estamos haciendo antes de que otros, igualmente desautorizados para ello, lo hagan con peor resultado.
Así pues, esta buena Verónica me envía sus datos y una dirección de facebook donde me podré poner en contacto con ella. A través de ese medio podremos conocernos mejor, y elaborar un plan de acción preciso que implicará, naturalmente transferir el dinero a una cuenta de mi propiedad o tal vez conjunta, si las leyes de mi país lo permiten, para luego  utilizar ese dinero de la mejor manera posible aliviando las penurias de sus compatriotas, sea construyendo escuelas, sea donando el dinero a instituciones que lo sepan emplear sensatamente.
Estoy muy ilusionado con este asunto pues hace ya algún tiempo vengo atravesando una etapa de penuria moral. Supongo que serán los años que se me echan encima cada vez con más premura y siento que no he cumplido en mi vida ningún propósito verdaderamente digno del inmenso favor que se me ha concedido al disfrutar de la existencia. No pienso desaprovechar esta oportunidad que me da la vida para demostrarle que no ha perdido el tiempo gastando su energía en mí. Al mismo tiempo, y me da pudor confesarlo, siento por esta mujer una rendida admiración que, me temo, muy fácilmente podría cruzar al amor. Admiro su valentía y honestidad que, así lo deseo, aunque no lo considero estrictamente necesario, a buen seguro está adecuadamente equilibrada con un arropamiento de belleza y simpatía.

domingo, 23 de octubre de 2011

La vida breve. Onetti. extractos.

/.../con la humildad del que se aburre a pesar de sus mejores deseos.

La desaparición de la fe en la sorpresa.

A esta edad es cuando la vida empieza a ser una sonrisa torcida.

/.../me bastaría con aportar minuciosamente pequeñas justificaciones cínicas para poder aceptar mi fracaso/.../ aceptarlo con la resignación anticipada que deben traer los cuarenta años.

¿Puede ser tan fácil? ¿Fue tan fácil durante todos estos años, desde siempre?

/.../supe que no es el resto, sino todo, lo que se da por añadidura; que lo que lograra obtener por mi esfuerzo, nacería muerto y hediendo; que una forma cualquiera de Dios es indispensable a los hombres de buena voluntad, que basta ser despiadadamente leal con uno mismo para que la vida vaya encajando, en momento oportuno, los hechos oportunos.

/.../a la espera del momento en que el hombre que me había alquilado la oficina - se llamaba Onetti, no sonreía, usaba anteojos, dejaba adivinar que sólo podría ser simpático a mujeres fantasiosas o amigos íntimos -

Toda la ciencia del vivir /.../está en la sencilla blandura de acomodarse en los huesos de los sucesos que no hemos provocado con nuestra voluntad, no forzar nada, ser, simplemente, cada minuto.
A continuación presentamos el Primer Premio de Relato Corto “El Aeropuerto es tu amigo”, dotado con tres mil euros y la publicación del relato ganador en la revista Alas que se distribuye gratuitamente en todas las compañías aéreas que hacen uso de este recinto. En esta ocasión, el jurado, presidido por el excelentísimo señor don Jacinto Marrero y Fuster, Director de Relaciones Públicas del Aeropuerto, doña María Jasmina Méndez, Directora del servicio de personal de limpieza, don Agustín Yanez, escritor y doña Salvedad Insalve, periodista, han decidido otorgar el primer premio al relato titulado: La Muerte Te Acompaña, presentado bajo el seudónimo: Hamón Llor.

La Muerte Te Acompaña

El habion que le yebaba a la muerte despejó del aropuerto a las catorse oras. El sencontraba muy tranqilo. Porqe no savia que iva a morir. Pero a su lado estaba sentada la muerte. La muerte le pidio un sigarro pero el le dijo que en el abion no se podia fumar. Y lamuerte se riyo. Ja ja ja ja. Ya eso no importa nada porque todos van a morir. Ja ja ja ja. Y el ombre se quedo muy asustado. Y volvio a hablar con aquella mujer que no savia que era la muerte. Y era muy guapa y queria besarla. Peor no se atrevia a mirar para ella porque le asustaba. Y entonses el labion empeso a caerse y el ombre miró a la mujer y ella segia riyendo. Y como iva a morir se aserco y le dio un beso. Y la muger tenia los labios frios. FIN


El jurado ha decidido unánimemente conceder un accessit al relato titulado "Sin Ruido" por considerar el loable esfuerzo del autor no debe quedar sin mención. Este accessit, no tiene dotación económica, pero será publicado en la revista Alas.


Sin ruido
Jorge Luis Bordes

El fúlgido brillo de las estrellas nocturnas apenas desvelaba la senda oscura por la que transitaba. Iba en busca del amor y su henchido corazón no necesitaba otra luz que aquella que le iluminaba interiormente. Pensaba en la belleza de su amada que ya no se demoraría demasiado en contemplar arrebatado. Soñaba mientras adelantaba cuidadosamente un pie tras otro, con las caricias que lo aguardaban, la calidez de su aliento junto a su adorada boca, el sedoso tacto de su deliciosa piel. Se detuvo un momento en la unánime noche para escuchar un ruido que iba creciendo en el cielo, que se iba haciendo tan ensordecedor que le interrumpía la secuencia de gozosos pensamientos. Al mirar al cielo pudo apreciar por un ínfimo instante que una sombra ocultaba el brillo tenue de las estrellas, y el ruido se tornaba apocalíptico. El enorme avión de línea se precipitó contra el suelo justo sobre él estaba. Tardarían muchas semanas en encontrar todos los trozos de la nave, juntar los restos esparcidos de los viajeros. Al amante desafortunado nunca llegaron a identificarlo. Murió sin ruido.

Como gesto especial, el jurado ha decidido mencionar el siguiente relato por su originalidad:


Rakmusen aguarda la visita de los dioses

Rakmusen alzó la espada y a voz en grito lanzó el juramento de su tribu. El eco repitió su voz por los valles y las montañas. Allá abajo el río Tsotok serpenteaba por la llanura. Satisfecho, regresó a la cabaña de ramas que se había construido con sus propias manos trayendo las ramas del bosque de Kinkuyo al otro lado de la colina. Frente a la puerta de la cabaña, el fuego encendido. Colgando de una estructura hecha de finas varas, atadas con tiras de cuero unos trozos de carne de yok se asaban. Rakmusen se echó junto al fuego, agarró con las manos desnudas un trozo de carne sin sentir el calor y se puso a mordisquearlo. Entonces oyó el trueno. En el límpido cielo se estaba formando una grieta blanca. Rakmusen se incorporó alarmado. Dejó el trozo de carne en el suelo y Mayok, su fiel can, pudo atraparlo sin que su amo, esta vez, lo recriminara por ello. Rakmusen corrió, visiblemente nervioso, alrededor de su cabaña, siempre mirando asombrado, y aterrado, al cielo donde aquel fenómeno seguía teniendo lugar. Una flecha de lanza surcaba el azul, muy, muy alto y lo iba rasgando. Cuando la punta de flecha desapareció por el otro lado del mundo, la fina resquebrajadura quedó, y Rakmusen, ya arrodillado, esperaba que se abriera y saliera de ella un tropel de dioses. Pero nada ocurrió. La blanca línea se fue deshaciendo en hilachas como nubes, como tantas había visto desaparecer Rakmusen. Cuando casi no quedaba rastro de ella, dudando, mirando alrededor por si alguien lo había visto actuar de aquella manera tan poco digna de un guerrero, se levantó. Solo se encontró con la mirada burlona de Mayok, que satisfecho de su almuerzo, esperaba un gesto de Rakmusen para mostrarle su agradecimiento. Cuando se acercó a él meneando la cola y dando saltitos juguetones, el amo lo apartó, rabioso, de una patada.


jueves, 20 de octubre de 2011

Es mentira todo lo escrito

Es mentira todo lo escrito. El significado de las palabras pertenece al mundo de los sueños, porque la realidad que evocan no es la realidad contante y sonante, sino una realidad paralela interpretada por cada uno de nosotros. Cuando yo escribo, quiero expresar - o no - algo que no se ajusta a lo que escribo más que en una pobre medida. Cada palabra que utilizo la uso porque le doy un significado desde mi ser y comprender las cosas. Al leerlas tú, las comprendes con otro significado que tendrá, por convenio social, un sentido vagamente aproximado al que yo le di, pero con unas repercusiones muy distintas en tu interior, en tu propio mundo. Lo que tú crees que yo he dicho está, probablemente, muy alejado de lo que yo he querido decir. Pero no podemos ir por el mundo con estos presupuestos. Así que tú crees que lo que yo he dicho es lo que tú crees que he dicho. Y yo creo que lo que tú has comprendido es lo que yo he querido decir. Pero nada de eso es verdad. Mientras nos atenemos a las cosas prácticas de la vida: son cincuenta céntimos, abre la puerta, la parte contratante de la primera parte, pues la cosa funciona. Pero cuando queremos ir un poco más allá y expresar sentimientos, emociones, estados de ánimo, opiniones, o simplemente hablar de nosotros mismos, la cosa se complica terriblemente. Es, tal vez, esto, la esencia de la incomunicación humana. Las palabras, muy probablemente, nos han alejado.

A esto se le suma la embriaguez de las palabras. Los que somos adictos a esto de escribir sabemos que muchas veces queremos expresar cosas que realmente no sentimos, sólo por el gusto de expresarlas con una retahila de palabras bonitas. Si somos ya definitivamente yonquis verbales, llegamos a un punto de confundir lo que sentimos con lo que escribimos y ya no sabemos si lo que escribimos lo sentimos o lo sentimos porque lo hemos escrito tan bien que da pena que no lo sintamos. Al final nos vemos metidos en tal barullo de confusión que no podemos afirmar con certeza nada de nosotros mismos. Es, tal vez, el momento de desintoxicarse.

Si ya estamos perdidos, como es mi caso, extraviamos completamente el sentido de la realidad. Escribimos para construirnos el mundo en el que habitamos. Lo moldeamos con nuestras palabras, narramos nuestros sentimientos no sentidos o sí, planeamos las respuestas que el mundo nos debe dar a nuestros requerimientos y un día, porque no lo vemos, simplemente porque no prestamos atención a esas pequeñas cosas de la realidad física que sostiene nuestro cuerpo sobre la tierra sujeto a las leyes de la naturaleza, nos caemos por el precipicio.

En resumen, doctor, creo que me estoy volviendo loco.

martes, 18 de octubre de 2011

A empezar de nuevo

(Este es mi pequeño saludo al retorno de El Paraíso Recobrado)

¿No te da la sensación de que todo está escrito? ¿Que escribir es un acto inútil? (Hasta esa frase está mas repetida que el amén) ¿No te entran ganas muchas veces, como ahora, de reescribir, deformándolo, no sé cómo, ese libro imposible que es Finnegan's Wake? Aaaaaaahooooorrrrrraaaaa vvvvvvooooooooooyyyy a haccccccccerrrrloooooooo - Un libro, por cierto, que una vez tuve en las manos. Y que devolví a la estantería desalentado, pero no del libro, sino de mí, de mi incapacidad para esforzarme en atravesar esa puerta de jardín bonito- ¡Por escribir algo diferente! Sí, esa es la sensación que te da a ti también, te conozco. Eres como yo. Llevas años esperando que llegue la vida en color y la tecnología de vivir nunca mejora. Siempre igual. Siempre igual tú. Siempre igual yo. Dando vueltas y vueltas a la noria sin agua desde hace mucho tiempo. “Estoy cansado, hermano” le escribía José Agustín Goytisolo a su hermano Juan. Te entiendo, poeta, te entiendo. ¿Quien no se cansaría? Pero dime. ¿Qué vas a escribir entonces? O no escribir, ¿qué vas a hacer? Ya sé que puedes estar, perfectamente, mano sobre mano mirando pasar el aire. Pero ¿te dejarás? Te conozco. De pronto algo dentro de ti saltará. Buscarás a quién contárselo. Será la misma historia de siempre. U otra, que también es la misma. No encontrarás a nadie interesado. ¡Hay tan poca gente interesada en lo que tú tengas que decir! Empezarás a rayar con un palo en el polvo del piso, como un Jesucristo. Y ya habrás empezado de nuevo.

lunes, 17 de octubre de 2011

Un simple salto

Absurdo. Vestido con aquellas ropas, aquellos arneses que lo trinchaban por todas partes. Gordo. Ridículo. Qué hago yo aquí, se preguntaba, mirando a sus compañeros, todos igual de nerviosos que él, pero todos más jóvenes, más decididos, solo él le parecía, ridículo, fuera de sitio. No saltaré, se decía. No tengo miedo, pero no saltaré. Y luego, sí tengo miedo. Y qué. No tengo orgullo. Ya he llegado hasta aquí. Quién lo hubiera creído. No saltaré porque no quiero. Mi miedo manda en mí. Tanto derecho tiene él como yo. Qué sentido tiene si tengo miedo. No voy a disfrutar. No saltaré.
-Prepárense, ya estamos llegando -iba diciendo el monitor.
Se lo diré ahora. No tío. No voy a saltar. Tengo miedo. No quiero saltar. Tenía que haberlo previsto antes. Lo siento. Pero no puedo. Míralos. Todos decididos. Nadie dice nada. Todos tienen miedo, pero todos van a saltar. Yo no. No voy a saltar. La próxima vez. Si me dejan. No me dejarán subir más. Pero esto es más de lo que me hubiera atrevido a imaginar que haría. Lo he conseguido, tío, lo he conseguido. No me hace falta saltar para saberlo.
-Pónganse en pie, por favor. El orden que habíamos dicho. No se pongan nerviosos. Repásenlo todo mentalmente.--Todos se levantan, se arreglan los arneses, alguno se persigna, otros hacen gestos tontos, besándose los dedos o moviendo el cuello para estirarlo.
Por qué me pongo de pie. Por no hacer el ridículo. Cabrones. Como si hubieran saltado cien veces. No tienen miedo o qué. Acaso soy el único ser humano normal aquí. Joder, no voy a saltar. No. No voy a saltar.
-Adelante... otro... otro
Me apartaré ahora. Tengo que hacerlo. No. No puedo, me voy a sentar. No puedo, joder. No
-Siguiente...

domingo, 16 de octubre de 2011

Raro

Lo “raro” es un agujero en la realidad que permite descubrir que hay otro lado. Nos acostumbramos a ver las cosas de la manera cotidiana que suelen ocurrir y para controlarlo vamos encerrándolo todo en compartimentos estancos. Para adaptarnos a esa forma de organizar las cosas vamos adaptando nuestras percepciones y nuestras emociones y acabamos percibiendo y sintiendo y hablando y comportándonos de la manera adecuada para encajar en esos compartimentos. Al final creemos que esos compartimentos son la única manera de hacer las cosas, de comportarse y de sentir las emociones. Hemos discretizado nuestra actuación en el mundo.
Pero entonces aparece un loco que hace sonar la flauta por el otro lado, y descubre que suena y que el sonido que produce es distinto al sonido corriente de la flauta. Ese es el tipo raro que hace las cosas solo para escandalizar, para llevar la contraria. Pero desde entonces todo el mundo sabe que la flauta tiene dos sonidos, uno normal, bueno, y otro raro. La realidad se ha expandido. Y las siguientes generaciones incluirán el otro sonido de la flauta en sus composiciones de flauta, y ese sonido será integrado en otro compartimento estanco; habrá, entonces, un compartimento estanco más.
Esa es la función de la búsqueda de lo raro. Abrir la mente a nuevos horizontes. Descubrir nueva realidad no más allá de la realidad, que todo es realidad, sino más allá de nuestras estrechas miras.
Lo raro me da esperanzas de que esto, que llamamos vida, no es todo lo que podría ser; me permite creer que aún tengo que despertar. Y mejor que me vaya dando prisa.

miércoles, 12 de octubre de 2011

La mano izquierda de Ketchum

El maderero, Ketchum, se quiere cortar la mano izquierda. Con esa mano acariciaba a la mujer que quería. Con la mano derecha apretaba el gatillo de sus armas, y había matado infinidad de animales. Con la mano derecha también se había peleado y había acariciado a más de una fulana. Pero la mano izquierda la había comprometido en exclusiva para Rossie, la mujer de su mejor amigo Dominic, quien, una noche que Rossie le confesó que se acostaba con Ketchum, le asestó a éste un sartenazo en la cabeza, cuyo recuerdo ostenta aún la frente del viejo maderero.
La noche que murió Rossie, Ketchum cargaba a Dominic, completamente borracho, y Rossie, que patinaba por el hielo del río, le dijo que le diera la mano para no alejarse. Ketchum le alcanzó, inadvertidamente, la mano derecha, y Rossie la rechazó recordándole su promesa. Fue una broma, ella no se tomaba demasiado en serio esas cosas, pero Ketchum no lo olvidó cuando la vio hundirse por una resquebrajadura del hielo quebradizo y desaparecer para siempre.
A Danny no le contaron esta historia, siempre le dijeron que aquella sartén había servido para espantar un oso que había entrado en la cocina mientras Rossie y Dominic estaban cenando. Por culpa de esta mentira, Danny golpeó la cabeza de Jane la Piel Roja confundiéndola con un oso que atacaba a su padre cuando ambos estaban echando un polvo en la habitación de Dominic. Jane se había soltado el pelo, cosa que nunca había hecho delante de Danny, y suspiraba con unos bufidos que Danny nunca hubiera atribuido a su niñera y ayudante de cocina de Dominic.
Llevaron el cuerpo de Jane a casa de Carl, en la esperanza de que al despertar de su habitual borrachera, Carl creyera que había sido él el que mató a Jane de una de las muchas palizas que solía propinarle. Luego huyeron. Todo el mundo creyó que Jane se había ido con ellos porque Carl, en efecto, supuso que era el asesino de Jane, al encontrarla tirada en su cocina, y la enterró sin decir nada a nadie.
Danny y Dominic huyeron de Carl que los buscó durante años por todo el país. En un principio Carl quería vengarse porque sabía que Dominic se había tirado a su novia. Pero años después se enteró por Pam la Seis Jarras de que había sido Danny el que la había matado. Resultaba que Danny y Dominic se escribían con Ketchum en la creencia de que éste sabía leer, pues otra de las mentiras que determinan esta historia es que se suponía que Rossie había enseñado a leer a Ketchum. No fue así, y era Pam la que le leía y le escribía las cartas a Ketchum. Así se enteró de toda la historia.
Carl acaba encontrando a Dominic y a Danny y mata a Dominic, pero es Danny el que lo mata a él. De esto también se sintió culpable Ketchum y por eso quiere cortarse la mano izquierda, origen de todo este asunto, según él.
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La última noche de Twisteed River
John Irving

martes, 4 de octubre de 2011

Un tipo serio

Si yo fuera un tipo serio, si yo quisiera, a partir de ahora, ser un tipo serio, bien considerado por todos, atractivo para las mujeres, debería ponerme a trabajar, empeñarme en un compromiso. Escribir una decena de artículos e ir a defenderlos a otros tantos congresos. Solicitar mi inclusión en las comisiones más importantes. Trabajar día y noche en la consecución de estas actividades. Salir muy temprano de casa y llegar muy tarde. Y nada de fines de semana sin dar ni golpe. Los fines de semana serían para reunirme con los compañeros de las comisiones y los de los artículos para hacer algo de deporte mientras hablamos de esos temas que tanto nos preocupan a todos. Si yo fuera un tipo serio nunca vería la televisión.
Si yo fuera un tipo serio escribiría un libro. Me buscaría un buen tema y me podría a leer como un condenado para documentarme. Luego escribiría hasta tarde por las noches y me levantaría temprano para seguir escribiendo. Tal vez me alquilaría un apartamento para tener un lugar donde poder trabajar sin el estorbo de la mujer y la chiquilla que me interrumpen a menudo con sus pequeñas tonterías. Trabajaría duramente durante un año o dos hasta escribir ese libro y luego iría de editorial en editorial hasta conseguir que me lo publicaran. Y si no fuera así, me lo publicaría yo mismo y luego trataría de venderlo librería por librería hasta que consiguiera que fuera un éxito, porque estaría completamente seguro de la calidad de mi libro.
Si yo fuera un tipo serio, si quisiera serlo a partir de ahora, me metería en política para tratar de resolver todos los desaguisados que veo que cometen esos incompetentes que nos gobiernan ahora. Sería un grupo de izquierdas y me pasaría horas y horas, días y días en interminables reuniones tratando los temas que tanto nos preocupan a todos. Y luego vendría la campaña electoral y viajaríamos muchísimo por todas las islas y quizá por todo el país y nos indignaríamos por las injusticias y enronquecería a base de dar gritos y acostarme tarde y levantarme temprano y hablar horas interminables con mis compañeros tan comprometidos como yo de todos esos temas que tanto nos preocupan a todos.
Si yo fuera un tipo serio, visitaría al médico y me haría un chequeo de la próstata, del corazón y de la tensión. Les pediría pastillas para regular todas esas cosas que ahora me funcionan regular y bebería menos, dejaría de fumar y me acostaría temprano todos los días. Leería libros sesudos de reflexión sobre política internacional y economía. Sobre pensamiento contemporáneo. Y escribiría artículos de opinión que tratarían sobre los temas más importantes que nos preocupan a todos. Comentaría solamente en los blogs de tipos serios como yo que escriben sobre cosas serias y no flirtearía en los blogs de las chicas que escriben poemas y pensamientos amorosos. Tal vez me pondría a estudiar otra carrera y música que tampoco se me da mal y nunca hablaría de mí mismo. Jamás perdería el tiempo leyendo una novela de evasión.
Si yo fuera un tipo serio comenzaría por hacerme con un grupito de amigos, parejas principalmente, de gente seria como yo, con los que saldría a cenar acompañado de mi esposa y hablaría en voz alta con los otros de los temas más peregrinos, temas serios que nos preocupan a todos, y quedaríamos para irnos juntos de vacaciones y viajaríamos a las ciudades más importantes como París, Roma, Venecia o Nueva York, Kuala Lumpur y Shanghai; y los fines de semana tomaríamos un avión a Madrid para ver una ópera o una exposición internacional de algún artista de renombre. Seríamos habituales de los restaurantes más interesantes de la ciudad y acudiríamos con cierta regularidad a los espectáculos de teatro y cine. Estaría al día en las películas de actualidad y en los libros más recientes. Vestiría correctamente y visitaría al barbero, pero no al barbero, sino a un peluquero o estilista y me tomaría mi aspecto físico muy en serio, sí señor. Estaría muy orgulloso de mí mismo sobre todo y aún más orgulloso de cómo me verían los demás. Me reiría poco y bajito aunque siempre estaría de un humor excelente.
Si yo fuera un tipo serio, si lo hubiera sido todo este tiempo que he perdido siendo como soy, no envidiaría a nadie. Creería que tengo un lugar en este mundo ganado por mi propio esfuerzo. Creería en la sociedad en la que vivo y en que es importante para todos que los tipos serios como yo se preocupen por todo y contribuyan a hacer de esta sociedad un lugar más habitable. Pero también me preocuparía por conseguir cada vez más consideración de mis semejantes y trabajaría duramente para ser considerado por todos el tipo serio que querría ser. Me implicaría cada vez más en puestos de responsabilidad y exigiría mis derechos con la seguridad del que sabe lo que quiere y cuales son sus derechos. Creería firmemente que si todos fueran como yo esta sería una sociedad más justa y equilibrada. Y me indignaría a cada rato porque a pesar de mis ímprobos esfuerzos las cosas no van todo lo bien que deberían ir a causa de la caterva de tipos incompetente, vagos, e individualistas que lo estorban todo e impiden el adecuado progreso de la sociedad. Si yo fuera un tipo serio recordaría con desprecio al tipo que yo era antes, que soy ahora que no soy un tipo serio.
¡Ay, si yo fuera un tipo serio!

lunes, 3 de octubre de 2011

domingo, 2 de octubre de 2011

Una de médicos

La médica era un bloque de cemento. Y llevaba un anillo rosario, que iba dando vueltas mientras le contaba mis problemas de próstata. Me derivó al urólogo con un gesto de asco.
El urólogo es homosexual y quiere que me baje los pantalones, me de la vuelta y me incline. En fin, doctor, no estoy seguro de esto. Tal vez prefiera la probabilidad del cáncer, al menos es sólo una probabilidad. No se preocupe, me dijo él, su viril dignidad no sufrirá, no le gustará en absoluto.