domingo, 11 de marzo de 2012

Pálido Fuego (Reseña Literaria)

Pálido Fuego
John Shade, comentarios de Charles Kimbote.

Pálido fuego es el último poema del extinto John Shade. El señor Charles Kinbote se encarga de la edición y los comentarios. El poema viene íntegramente al principio del libro y el resto son comentarios detallados a nivel de verso, realizados por Kimbote.
Decimos detallados por decir algo, lo cierto es que el señor Kimbote se aleja, en demasiadas ocasiones, del poema para hablarnos de las “aventuras” del ex-rey de Zembla, Charles Xavier, cuya vida, no nos cabe duda, es muy interesante, pero completamente ajena al mismo. Este es precisamente el principal defecto de estos comentarios, pues la impresión que nos acaban dejando es que el Sr. Kimbote quiso influir en el ánimo del poeta para que creara una obra basada en la vida de este desafortunado monarca. Durante todo el proceso de su creación, se nos informa cándidamente, creyó nuestro comentarista que el poeta estaba aplicando la ingente, sin duda abrumadoramente aburrida, cantidad de información que este le vertía sobre el tema de su interés, y no fue poca su desilusión al descubrir lo errado de su expectativas. Si nos preguntamos la razón por la cual el señor Kimbote muestra tanto interés por el monarca, no será suficiente aclarar la nacionalidad Zemblana del erudito en lengua inglesa. Pero no es un secreto muy bien custodiado en estos comentarios ingenuos, es más bien un secreto evidente, la naturaleza aristocrática de nuestro Kimbote. Y, tal vez, el asesinato de John Shade por ese misterioso Gradus, cuyo propósito, nuestro comentarista parece asegurar, era matar al rey de Zembla y no al famoso poeta, pueda aclararnos definitivamente quien se oculta tras la personalidad de Kimbote.
Pese a que el funesto equívoco parece molestarle enormemente, siempre a partir de sus propios comentarios, supo aprovecharse de ellos para escabullirse con el poema recién concluido y, aprovechándose de su presunto valor al intentar salvar la vida a su marido, conseguir la firma de la señora Shade, cuya actitud hacia nuestro autor resulta evidentemente hostil, para encargarse, él mismo, de la primera publicación de la obra. Lo que, y este es tal vez el único mérito, ha realizado a pesar de la enorme desilusión que declara haber recibido al comprobar que el poema no aludía ni tan siquiera testimonialmente a su conflictivo país o a su venerado, cómo no, rey en el exilio.
Concluyendo esta referencia, hemos de confesar que el único mérito que atribuimos a este libro deriva del hecho de ser la primera edición del último poema de nuestro afamado John Shade, lamentando profundamente que ocasión tan gozosa haya caído en manos de tan interesado personaje. Esperamos que la viuda del poeta logre recuperar el original y puedan, necesariamente he de excluirme por modestia no por desinterés, profesores mejor formados y menos partidarios de sí mismos afrontar un estudio crítico con toda la formalidad que el prestigio de John Shade merece.

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