viernes, 2 de marzo de 2012

Yo y el mundo - En las cimas de la desesperación - Emil Cioran

La vida no resiste apenas una alta temperatura. Por eso he comprendido que los hombre más atormentados, aquellos cuya dinámica interior alcanza el paroxismo y que no pueden adaptarse a la apatía habitual, están condenados al hundimiento. En el desarraigo de quienes habitan regiones insólitas hallamos el aspecto demoníaco de la vida, pero también su insignificancia, lo cual explica que ella sea el privilegio de los mediocres. Sólo estos viven a una temperatura normal; a los otros les consume un fuego devastador.

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