jueves, 25 de abril de 2013

Fatalidad

En un cuento de Borges un colegio de cartógrafos traza un mapa del imperio que tiene el tamaño del imperio y coincide puntualmente con él. ¿No le vendieron el mismo traje que en otra parte le vendieron a cierto emperador? No sé. Aunque en esencia la realidad objetiva sea la misma, la forma en que la observamos cambia nuestra actitud para interactuar con ella.

En una película que he visto recientemente, el maestro de tango decía que él entendía la vida como una retransmisión, de la misma manera que las retransmisiones deportivas que acostumbraba a ver los domingos por la tarde. Él ya sabía que todo lo que iba a ver ya había ocurrido, que los goles ya se habían marcado o se habían dejado de marcar y que ya se había proclamado un vencedor en el partido. Pero veía la retransmisión como si estuviera ocurriendo en ese momento y disfrutaba cada instante de la misma manera. La diferencia, entiendo yo, es que  miras lo que está pasando con una actitud de reposo, de espectador de algo inevitable, en realidad ya ocurrió y no puedes hacer nada por cambiarlo. Lo únicos que puedes hacer es ir a ver qué es lo que ha ocurrido, encender la televisión; de la misma manera en la realidad actuarías no para que ocurran cosas, sino para ver qué es lo que ya ha ocurrido. Eso supongo que te ayuda a tomarte los reveses, tanto como los derechos, con cierta resignación, sin angustias. Sin sentimiento de responsabilidad por no haber logrado un objetivo, ni excesiva euforia por haberlo conseguido.

Los que cree en la reencarnación, dicen que ya han vivido otras vidas y nuevas vidas tendrán que vivir. Así que su actitud en la existencia es de cierta tranquilidad, reposo interior: nada es tan trágico, lo que no me de tiempo de hacer ahora lo haré en la siguiente encarnación. Lo que viva ahora es lo que me toca, no hay por qué desesperar porque no me ocurran otras cosas, ya vendrán en las próximas vidas.  La muerte no es más que la gran oportunidad de cambiar y empezar desde una nueva perspectiva a adquirir nuevas experiencias y conocimientos.

Lo que me interesa de los tres casos es que, siendo el objeto el mismo, la forma de percibirlo cambia radicalmente nuestra actitud para con él, y por lo tanto nuestra forma de interactuar con él y los resultados que de él obtengamos y los efectos que su influencia cause en nosotros. El texto de Borges realmente simboliza ese acto de percibir la realidad no es unívoco, lo que percibimos, que podríamos llamarlo datos objetivos, ingresan en nuestro contexto y es allí, dentro de cada contexto, donde se les da un valor y un significado. Con respecto a ese valor y significado actuamos. 

Tengo parientes que “están señalados por la mala suerte”, todo lo que les ocurre que contraviene sus propósitos es porque la mala suerte ha vuelto a actuar contra ellos, todo lo que les ocurre de bueno es mérito propio. Esta es otra actitud que te condiciona tu actuación en la vida, no aprendes de tus errores, no comprendes cuales han sido tus equivocaciones porque no has sido tú el que se ha equivocado sino la mala suerte la que te ha puesto una zancadilla cuando tú ibas tan bien. 

Yo personalmente creo tener una conciencia de fatalismo. De tener vetados determinados ámbitos de la vida, simplemente porque “no nací para eso”. Así que justifico mis fracasos no por mi falta de empeño o por mi defectuosa actuación en lograr determinados objetivos sino en que, hiciera lo que hiciese, nunca lograría el objetivo simplemente porque sí, porque yo no he nacido para lograr ese objetivo. Es muy semejante a lo de la mala suerte pero con cierto aire mítico. Algo me señala desde los cielos y con su gran dedo divino me dice:


“TÚ NO”. 

En ambos casos me ahorro el tener que cambiar mi modo de actuación, no hay ningún fallo grave en lo que hago, simplemente, haga lo que haga, no va a servir para nada, solo tengo que mirar para arriba y esperar el dedo.

6 comentarios:

  1. Hay una película muy buena para mi gusto, francesa, se la mire como se la mire, que se intitula:"No he nacido para ser amado" ("Je ne suis pas là pour être aimé" ). Es difícil de conseguir (yo no he podido), pero te recomiendo que NO la veas.

    ResponderEliminar
  2. Hola Capitán;

    Si uno reencarna y obramos para sanear lo que hemos hecho mal en vidas pasadas. Cuál es el poder de nuestra libertad. En qué consiste elegir...

    Si pensamos que todo es un eterno retorno, el fatalismo es precisamente que no podemos optar, la Necesidad es la que nos impone patrones de conducta.

    Saludos, muy buena entrada... Aquileana :)

    ResponderEliminar
  3. No estoy muy seguro de comprender en qué compromete nuestra libertad el poder corregir los errores que cometimos. Supongo que al tener la conciencia de que hagas lo que hagas siempre podrás rehacerlo si fallas, te da un efecto contrario al del eterno retorno de Nietzsche, cada acto se vuelve de una banalidad absoluta, por lo tanto la elección se vuelve absolutamente incondicionada. Es el grado absoluto del existencialismo: hagas lo que hagas tu decisión tiene tan pocas repercusiones que solo depende de ti, en este preciso momento.

    ResponderEliminar
  4. Tienes un punto válido que derrumba los cimientos de mi reflexión; Riforfo...

    Pero hay un efecto condenatorio del tipo Sísifo en volver a vivir para corregir, creo...

    Saludos, Aquileana ;)

    ResponderEliminar
  5. No sé, al menos éste te da la opción de ir variando. La propuesta de Nietzche era más terrible, si fallas ahora, si no haces lo correcto ahora, piensa que ese error se repetirá para toda la eternidad. Aquí no hay progreso, en mi "propuesta" ( :-P ) sí.

    ResponderEliminar