miércoles, 4 de septiembre de 2013

El desierto

Hoy me he levantado con este poema en la cabeza. De Borges.

El desierto


Antes de entrar en el desierto
los soldados bebieron largamente el agua de la cisterna.
Hierocles derramó en la tierra
el agua de su cántaro y dijo:
Si hemos de entrar en el desierto,
ya estoy en el desierto.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.

Ésta es una parábola.
Antes de hundirme en el infierno
los lictores del dios me permitieron que mirara una rosa.
Esa rosa es ahora mi tormento
en el oscuro reino.
A un hombre lo dejó una mujer.
Resolvieron mentir un último encuentro.
El hombre dijo:
Si debo entrar en la soledad
ya estoy solo.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.

Ésta es otra parábola.
Nadie en la tierra
tiene el valor de ser aquel hombre. 



Yo vivo en el desierto. En cierto sentido. Y tengo un pomo de agua, que nunca he de beber. Un pomo de agua virtual. Que es lo que es un recuerdo. Lo miro y recuerdo los días del paraíso.  Carezco del sentido práctico de Hierocles.

Además, dice Erdosain en Los Lanzallamas: Prefiero sentir dolor a sentir vacío. Estoy de acuerdo... a veces.

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