miércoles, 27 de agosto de 2014

Otro final

Mientras tú existas... 

Mientras tú existas, 
mientras mi mirada 
te busque más allá de las colinas, 
mientras nada 
me llene el corazón, 
si no es tu imagen, y haya 
una remota posibilidad de que estés viva 
en algún sitio, iluminada 
por una luz cualquiera... 
                                              Mientras 
yo presienta que eres y te llamas 
así, con ese nombre tuyo 
tan pequeño, 
seguiré como ahora, amada 
mía, 
transido de distancia, 
bajo ese amor que crece y no se muere, 
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.
 (Ángel González)

Ya no,
ya no puedo seguir sosteniendo firmemente
esta vela encendida
mientras camino por el largo pasillo frío
de la desesperanza.
Ya no puedo,
y sigo haciéndolo, aquí me ves,
prendiendo una y otra vez el pabilo
del cabo gastado de cera que aún sostengo
inútil ya para iluminar nada
más que mi fantasmal rostro cansado.

Lo peor de todo es que no tengo el rostro cansado, ni fantasmal, el pasillo es tan amplio como yo quiera extenderlo, la luz tan luminosa como quiera abrir los ojos y ya pronto no recordaré pasillos ni oscuridades, todo me parecerá como siempre ha sido, no habrá atrás adonde mirar, y estaré tan perdido como siempre. Espero, eso sí, no haber aprendido nada, que aún siga creyendo que hay que buscar, en este inmenso espacio vacío, una pista, un camino, una orientación de hacia dónde, qué, por qué, o lo que sea que me mantenga ocupado un rato más sin preocuparme demasiado de hallar las respuestas a ninguna de esas inútiles preguntas.


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